domingo, 1 de abril de 2018

¡Los científicos protestan!

Por Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 1o de abril de 2018

Los investigadores científicos y tecnológicos suelen ser percibidos como uno de los sectores menos contestatarios de la sociedad. Quizá porque siempre tienen mucho trabajo: sinceramente, hacer ciencia es una labor tan demandante y que requiere tanta dedicación como ser pianista o bailarín de ballet.

Pero el científico encerrado en su torre de marfil y ajeno a los problemas del mundo es también un mito: se trata de un gremio especialmente crítico y comprometido con el bienestar social como cualquier otro, aunque normalmente hagan poco ruido. Hoy en México los científicos están levantando la voz para protestar frente a dos graves problemas.

Problema uno: la ciencia no existe para los políticos

La primera, más que protesta, es propuesta. Es sabido que los políticos sólo mencionan a la ciencia en discursos, pero rara vez toman acciones para fomentarla y fortalecerla (y cuando lo hacen, les basta el menor pretexto para dejar incumplidas sus promesas, como ocurrió con Enrique Peña Nieto, que se comprometió a aumentar la inversión en ciencia y tecnología hasta alcanzar el 1% del Producto Interno Bruto para este año y cumplir así lo que manda la Ley de Ciencia y Tecnología –artículo 9bis– desde 2002).

Pues bien: ninguno de los candidatos presidenciales de este año ha presentado alguna propuesta de una verdadera política nacional de ciencia y tecnología, que aplicarían en caso de ser electos. Ante ello, 67 instituciones como la UNAM, El Colegio de México y diversas universidades anunciaron que van a presentar a los candidatos la “agenda de ciencia y tecnología 2018-2024”, que contiene 150 propuestas para mejorar la situación de la ciencia y la tecnología en el país. Se espera que los políticos tomen en cuenta dichas propuestas y se comprometan a hacerlas cumplir.

Ya en 2012 se había hecho un ejercicio similar, y con buen éxito, ya que ayudó a construir el Programa Especial de Ciencia Tecnología e Innovación (PECiTI), que formó parte del Plan Nacional de Desarrollo de este sexenio y dio lugar a algunos avances. Habrá que ver la respuesta de los candidatos, y sobre todo dar seguimiento a las acciones que tome quien resulte electo.

Problema dos: investigadores convertidos en capturistas

La otra protesta, que ha ido creciendo, aborda un tema que podría parecer menor, pero que revela el enfoque burocrático que permea en la política científica del país. Se trata de la nueva plataforma digital de captura del currículum para los miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Algo que los investigadores describen como un verdadero infierno, y que los ha convertido en “los capturistas mejor pagados” del país, según se describe en una petición en Change.org que hasta el momento lleva acumuladas más de 22 mil firmas.

El SNI fue creado en 1984 como una forma de paliar la precaria situación económica que padecía la comunidad científica en México, y que estaba causando una fuga masiva de cerebros. No fue una solución ideal, pues en vez de aumentar sus sueldos para que fueran dignos y competitivos, se optó por otorgar “estímulos” basados en la productividad y calidad del trabajo de los investigadores, pero que no forman parte de su sueldo formal ni sus prestaciones laborales. Aún así, en estos años el SNI ha servido para mejorar las condiciones de trabajo de los científicos y para establecer estándares de calidad, basados esencialmente en la publicación de artículos en revistas internacionales arbitradas, así como la participación en una gran variedad de labores académicas reconocidas (que abarcan investigación, docencia, formación de recursos humanos, vinculación, innovación y divulgación científica). Un sistema con muchos defectos, pero que en general ha sido útil.

Inicialmente, los informes que los investigadores presentan para su evaluación consistían en un currículum y papeles probatorios entregados en forma física, que son evaluados por comisiones dictaminadoras especializadas. Con el advenimiento de la era digital, se optó por instalar un sistema digital de captura del currículum, alojado en el sitio web del Conacyt, y que pese a tener múltiples deficiencias, se fue puliendo y ajustando para funcionar más o menos adecuadamente.

Pero recientemente el SNI decidió cambiar de plataforma, instalando una que está pésimamente diseñada: se basa en catálogos detallados para que los investigadores vayan eligiendo, de un número interminable de menús precargados, cada una de las opciones para cada publicación o actividad que desean reportar en su currículum.

(Imagen satírica)
¿El resultado? Horas y horas perdidas para los investigadores científicos de todo el país, así como ineficiencia, frustración y enojo. Para empezar, el sistema no importa correctamente la información previamente capturada durante años, y mucha se ha perdido (se habla de un 70%). Además, los campos son inflexibles y confusos, y muchas veces no abarcan opciones necesarias para que los investigadores reporten sus actividades (este problema es especialmente severo para quienes trabajan en ciencias sociales).

Los investigadores de todo el país están protestando por un sistema que, lejos de reducir problemas o aumentar la eficiencia, parece diseñado para reducir los costos y carga de trabajo del Conacyt. Al mismo tiempo, el nuevo sistema reduce las opciones de actividades consideradas “válidas” por el SNI, lo cual muchos investigadores califican de injusto y excluyente.

Además de la petición por internet, un grupo de 214 investigadores científicos del SNI (incluyendo a tres eméritos y 70 de nivel III), encabezados por los doctores Luis Mochán y Karen Volke, de la UNAM, envió una carta al director del Conacyt donde exponían los problemas y ofrecían posibles soluciones. En ella dejan claro que el sistema no sólo está mal concebido, al estar basado en catálogos cerrados que siempre serán insuficientes, sino que se implementó sin estar debidamente probado y sin garantizar la portabilidad de los datos previamente capturados, lo que ocasionó su injustificable pérdida. Los investigadores no sólo se quejan: en su carta también proponen. “Si necesitan capturar información para hacer estadísticas [el motivo probable detrás del cambio de sistema], podrían contratar capturistas o reclutar estudiantes para hacer un útil servicio social, lo cual sería más económico. Podrían también emplear programas computacionales de modesta inteligencia artificial para analizar los textos [informes razonables entregados por los investigadores] y extraer la información relevante de manera automatizada”. Incluso ofrecen su ayuda: “para ello podrían apoyarse en los expertos relevantes de nuestra comunidad académica”.

Se abrió también una lista de discusión en internet para exponer los numerosos problemas específicos y posibles soluciones. Pero la respuesta ha sido decepcionante: el director adjunto encargado del SNI respondió con una carta que no sólo defiende un sistema computacional mal concebido y peor implementado, sino que resulta levemente amenazadora. En un encuentro con miembros de la comunidad académica, el resultado fue similar.

Podría parecer irrelevante, pero es sintomático: forzar, por ineficiencia e ineptitud, a los científicos mexicanos a gastar tiempo valioso realizando labores burocráticas excesivas es sintomático de un país que no aprecia el valor de la ciencia y la tecnología, factores que distinguen a los países prósperos y avanzados de los subdesarrollados.

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Contacto: mbonfil@unam.mx

1 comentario:

Salvador EJ dijo...

Me parece que la queja sobre el sistema es un asunto menor, comparado con la caída de los recursos destinados a ciencia y tecnología.
Eso de capturistas es un mal menor si nos ponemos a pensar en lo que viene. Una política que puede ser el calco de lo que se ha estado aplicando en la Argentina de Macri.
Si los proyectos de los investigadores SNI no generan un producto o servicio que pueda generar ganancias, simplemente no hay recursos. Adios a la ciencia básica.
Más vale que vayan haciendo contactos en la industria, los necesitaran. Ya está pasando en la industria petrolera, empezando por el famélico Instituto Mexicano del Petróleo.